Este olor a tabaco es un perfume para mí
De la mano de su padre cocinero, Maritza Rodríguez Valdivia entró por primera vez a la entonces fábrica de tabaco Bauzá, de Cabaiguán, una de las más emblemáticas de su tipo en Cuba, y allí echó sus raíces laborales
Ilumina, ilumina con luz propia; no como la Luna, que alumbra y crece, más o menos, según los caprichos del Sol y la Tierra. Al tabaco le sabe un mundo. Al tabaco torcido, quise decir. Asida al pantalón de su padre, Luis Rodríguez, entró por primera vez a la fábrica Bauzá, un inmenso caserón, cobijado de tejas árabes, a metros del Paseo de Cabaiguán.
Y mientras en la cocina de la tabaquería, el papá sofreía los frijoles negros con cebolla y ají, que quedaban de rechupete —comentaban luego los torcedores—, la niña se llegaba a las galeras. Allí le bailaban los ojos al...